viernes, 6 de diciembre de 2013

Madiba se fue




Homenaje al hombre que luchó contra la injusticia del racismo, por la libertad de un pueblo y por una vida digna para todos los sudafricanos. O sea la Democracia en todos los planos.

Recordar su coraje, su resistencia a más de 27 años de cárcel, sus posiciones de solidaridad internacional reconociendo y homenajeando a Cuba e Irán apenas haber llegado a presidente (y eso frente al propio Clinton) no deben dejar de lado lo que podemos considerar una frustración.

Frustración de ver la miseria tanto o más grave hoy en 2013 que en 1994, porque fue contra esa miseria que luchó, que afectaba al 42% de los africanos en su país y hoy 40% de la población está desocupada. Revolución que logró que una élite negra se asociara a la tradicional élite blanca del capital extranjerizado.

Pero hoy recordemos al hombre de lucha e ideales, que no acarició utopías por puro sueños sino con los pies bien en la tierra.

Su muerte no deja de evocarnos la suerte de otros hombres que lucharon y al final de sus vidas empañaron su pasado.

Pienso en Mao y el acercamiento a EE. UU. con los acuerdos a los que llegó con Kissinger y luego Nixon en 1971.
También Perón en 1973 con su especie de réplica al "Retorno de Martín Fierro".
O Paz Estensoro que en Bolivia fue tanto el Perón de 1945 y el Menem de 1990 en una única persona en sus versiones 1952 y 1985.
O todavía Yaser Arafat que en Oslo casi renegó de dar una tierra a Palestina obteniendo sólo un territorio en confeti e inviable. Este último salvó finalmente su honor porque la intransigencia israelí respecto de Jerusalem Este impidió que hiciera la cagada de firmar el acuerdo y luego pudo recapacitar y darse cuenta del error que estuvo a punto de cometer. Lo que de paso le costó la vida, siendo después de un tiempo envenenado con Polonio-210.

Pero fueron todos "grandes" que hicieron muchísimo por sus pueblos y dejaron ejemplos de vida que a nosotros nos toca discernir en medio de un mundo muy complejo y duro para él que no puede vivir en paz sin pensar en hacer algo para mejorarlo.

En todo caso, Nelson Mandela representó una lucha justa que se puede apreciar en su discurso al final del proceso de 1964 que lo condenaría a 27 años de cárcel. Discurso en el que explica cómo se llegó a aceptar la violencia (pero no cualquier violencia) como medio legítimo de lucha y cuáles eran los ideales a los que se pretendía, que pueden resumirse en algo así como una Democracia social.

Discurso que además dice mucho y suena como eco de lo que nosotros vivíamos también en Argentina durante esos años '60, los medios de lucha y los objetivos que se debatían en el seno del pueblo.

Leerlo es entender que Mandela es y será un grande : "Un ideal por el que estoy dispuesto a morir"